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Gran Final 15K Valencia Abierta al Mar

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Abderrahim El Jaafari rindió un involuntario homenaje al corredor anónimo. A los miles de sueños cumplidos en meta después de que él confirmase su segunda plaza en la cuarta edición de la 15k Valencia Abierta al Mar. El atleta del Cornellà recibió su dorsal minutos antes de la salida. Tercero en la pasada edición, unos problemas burocráticos habían impedido que se lo personalizaran, así que corrió con número pero sin nombre. Desconocido para el público más profano pero curtido en pruebas de gran fondo como la organizada por LAS PROVINCIAS, se lanzó a una aventura desde que se dio el pistoletazo de salida que bien pudo culminar con éxito.

A El Jaafari le faltó que otro pillo de las carreras, el hispano argentino Miguel Ángel Barzola, anduviera despistado. Pero claro, estos atletas no madrugan y vienen desde Alicante para disparar con balas de fogueo. El corredor suramericano planteó la prueba como una partida de ajedrez. Analizó al marroquí durante el primer 5k y se relevó en la persecución con Jaouad Oumellal. Pero cuando el atleta del Cárnicas Serrano flaqueó en los 8.000 metros, lo dejó atrás con un cambio de ritmo frenético. En un santiamén, Barzola pasó de formar parte de la pareja perseguidora a integrarse en el dúo que se disputaba la victoria.

Fue cuestión de 1.000 metros. En cuanto llegó a la altura de El Jaafari, se percibió que la victoria era suya de no ocurrir un imprevisto. Los dos atletas firmaron una tregua que se adivinaba efímera, hasta que hubiesen apuntillado definitivamente a Oumellal. Al final del paseo de la Malvarrosa, en el linde con el término de Alboraya, se desataron de nuevo las hostilidades. El Jaafari lanzó su cambio de ritmo a tres kilómetros de meta. Como en la salida. Pero esta vez Barzola no dio pie a la sorpresa. Aguantó sin esfuerzo y realizó un ataque descomunal ante el que el marroquí quedó sin respuesta. El hispano argentino tuvo tiempo para disputa del sonido del mar, que se confundía con los gritos de aliento de los viandantes.

Detrás llegó El Jaafari, el atleta con dorsal anónimo. El primero de los sin nombre. El hombre que creyó en la épica, en que podía lograr una victoria incontestable en la Malvarrosa pero claudicó ante la lección de estrategia de Barzola. Al abrigo de los populares más preparados, alcanzó la meta Fátima Ayachi. Dos años después de su embarazo y tras una penitencia en forma de lesión, la marroquí del Cárnicas Serrano lucha por recuperar su mejor nivel. Su victoria en la 15k Valencia Abierta al Mar supone un premio a la constancia y una mirada hacia el futuro. «Estoy muy contenta por esta victoria. Es la primera vez que corro esta 15k, pero volveré. Ahora quiero estar bien para la Carrera de la Mujer», afirmó.

Fátima fue la única capaz de bajar de la hora. Segunda fue la todoterreno Marta Fernández de Castro, que destilaba satisfacción al alcanzar la meta. Verónica de la Fuente, atleta independiente, completó el podio de las mujeres. Cuando ella llegó a la Malvarrosa en 61 minutos ya se había desatado el caudal de triunfos anónimos.

El de los corredores inscritos en el club de running de su barrio, de su pueblo, o el que sale a entrenar de forma independiente. Los sueños cumplidos de miles de valencianos que madrugan o trasnochan para compaginar los entrenamientos. Los retos de jóvenes a los que el atletismo ha cambiado la vida, como Jairo Civera, el atleta que escapó de los suburbios, y que ayer paseaba con satisfacción su medalla como ganador de la categoría junior.

Él fue uno de los 195 titanes capaces de bajar de la hora en la carrera de los 15 kilómetros, el primer gran fondo de los que se disputarán en 2016 dentro de Valencia. Entre ellos, los amigos del Redolat que entraron de la mano en la meta de la Malvarrosa. A estos runners les sucedieron aquellos que entraron con una sonrisa de oreja a oreja por haber bajado de 1.05, como Pascual, del club Es Posible, o los amigos de diferentes edades del Club de Atletismo Murciélagos que se fundieron en un abrazo.

«Me ha salido muy bien. Quería hacerla en 1.15», decía satisfecho Sergio Montaner, de Correliana. Fatigado, pero mirando hacia la explanada, en busca de sus compañeros de club para narrar su gesta y escuchar la de los otros runners de la localidad de Camp de Túria. No estaba menos satisfecho que Burricalvo. Pese a que había coreado que iba a acabar en 1.15, este triatleta de Moncada dio por buena su marca de 1.19. «Me ha dado un tirón en los primeros kilómetros», razonaba.

En ese momento, la Malvarrosa estaba ya tomada por una riada de runners. Por esa serpiente multicolor que cada fin de semana es más numerosa. Juan le dedicaba su marca de 1.18 a su pareja embarazada y un amigo le espoleaba: «¡Eres el puto amo!». El reloj seguía corriendo, pero eso no atenuaba las sonrisas de quienes tenían fuerzas para esbozarlas. «¡Necesito beber!», proclamaban muchos de los corredores.

Historias de tesón, sueños cumplidos, ejemplos de superación. Como el de Raquel López, la impulsora del Club de las Mil Caras. Ella cumplió su reto, pero algunos de sus compañeros no pudieron ni correr a causa de un repentino brote de la esclerosis múltiple contra la que luchan con una sonrisa.

Son miles de historias. Miles de victorias que quedarán en el anonimato para el gran público pero no para sus protagonistas y sus seres queridos. Porque ese es el gran secreto del éxito del running: que cada uno lucha contra sí mismo y si se lo propone, siempre gana. Ayer lo volvieron a demostrar todos los que madrugaron sufrieron y disfrutaron en la cuarta edición de la 15k Valencia Abierta al Mar.

Las Provincias.


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